CANDADOS DEL AMOR.
Esteban Castillo.
Regularmente, cuando pasamos tres o cuatro días en una ciudad, decimos: yo conozco París, Londres o cualquiera otra gran urbe; pero las ciudades, aún viviendo en ellas siempre dan sorpresas, se modifican, cambian y se transforman y nunca se llegan a conocer en su totalidad.
Andaba de paseo, tratando de recordar mis pisadas; recorriendo los lugares que una vez fueron familiares para mí. Me paré frente a Notre Dame a observar esa gran arquitectura gótica del siglo XVI, viendo sus esculturas, sus formas fantasmagóricas, sus gárgolas, sus santos y tomando fotografías, quería guardar un documento de ese momento.
Seguí mi paseo y entré al jardín, al lado de Notre Dame. Cada turista, cámara en mano registraba su recorrido. Salí de allí y, al llegar al puente del Archiveché, me sorprendí de ver la baranda del puente llena de candados, algunos con cintas.
Esto no lo conocía ni existía cuando atravesaba este puente para llegarme a la Isla Saint Louis y seguir dirección a mi casa. Quedé sorprendido, y sin saberlo, me di cuenta que eran tratos de amor, juramentos de dos seres, estaban allí como testimonios de un gran amor.
Pregunté a algunas personas que estaban cerca; me explicaron que eran los enamorados que colocaban esos candados. Me llamó poderosamente la atención. Tomé fotografías y videos.
El humano, desde tiempos inmemoriales, ha querido dejar prueba de su gran amor en un momento determinado, algunos, han utilizado las cortezas de los árboles para dibujar un corazón con el nombre de la pareja, otros, se tatúan su piel con el nombre de la amada/o, en medio de un corazón. Siempre pensando que ese amor que lo acompaña será para toda la vida.
Traté de averiguar cómo comenzó esta historia de los candados. Pero primero hay que irse a Roma. Se inició hace años, a partir de una obra del escritor Federico Moccia. En una parte de esa novela una pareja se jura amor eterno y tiene la idea de irse al Puente Milvio y colocan un candado con sus nombres y lo sujetan al poste del puente y tiran la llave al río..., de repente, esta idea se propagó, llegaron parejas de novios y recién casados de diferentes lugares y comenzaron a colocar candados tirando la llave al río Tiber.
Esta idea es para algunos, cursi, para otros, un gran testimonio de un gran amor. Esta costumbre, se fue haciendo popular y las parejas viajaban de diferentes latitudes para colocar ese candado: su "Candado del amor".
Y, los candados comenzaron a aparecer en otras ciudades y paises: ahora, hay en España, Francia, Alemania, Hungría, Rusia y hasta en China y Seúl. En algunos lugares, donde hay rejas, en los despeñaderos, la llave es tirada al vacío. Lo importante es el juramento de amor. En algunos, llegan a ser tantos los candados que se piensa que el peso puede hacer caer el puente, en otras son multados por modificar el patrimonio cultural y arquitectónico. En algunos países, se han construído rejas, para que así los enamorados puedan poner sus candados del amor. En Italia, un farol se desplomó por el peso de los candados.
Esta manifestación de amor, este juramento de amarse por toda la vida, llegó a París -la ciudad del amor-, hace ya un tiempo, y los primeros candados aparecieron en el Puente de las Artes, y se fue atiborrando de testimonios de Amor.
Hay muchas anécdotas, de que se han visto algunas personas tratando de abrirlos después de un rompimiento de ese juramento y de ese amor. Y un día, al amanecer ya no estaba la mayor parte de los candados, habían desaparecido y nadie sabe quien los quitó del Puente de las Artes. ¡Un gran misterio!.
Pero hay otro lugar, en el puente más angosto de París, han aparecido más candados, de diferentes tamaños y formas, algunos con combinaciones, y con cintas de colores. Me pareció una idea nueva venida de otra tierra, pero las ideas como el amor no tienen fronteras. Allí están como testimonio de un momento, de gran pasión, de frenesí, de locura y promesas, de entrega a otro ser, de sueños y de proyectos, allí están las llaves oxidándose en el fondo del Sena o de otro río, o en el fondo de un barranco.
¿Cuántos amores habrán perdurado? cuántos quisieran ir a buscar la llave, al fondo del río, y tratar de abrir ese candado y olvidarse de ese juramento. Pero el amor, tiene un tiempo muy especial, es válido y decir: "Te quiero", "Te amo" y te voy a enamorar por toda la vida, es legítimo por la importancia del momento, puede perdurar o terminarse.
Los juramentos de amor, desde tiempos inmemoriales, han tenido sus formas, sus palabras y sus colores: el rojo es pasión, y, el corazón dibujado de forma esquemática con los dos nombres son manuscritos del amor. Ahora, muchas parejas de viaje de luna de miel, meten en sus maletas un candado, es más, yo aconsejo de llevarse varios, ya que si el viaje es por varias ciudades, pueden dejarlos colgados en un puente, farol o en una reja.
Hoy estos "Candados del amor" dividen a las personas, entre los que están a favor o en contra, unos lo consideran que estropean el patrimonio y que afean las ciudades, otros, que son manifestaciones de personas que se aman.
Seguí caminando, tratando de redescubrir la ciudad, en la cual hace años pasaba por este lugar y nunca pude imaginar encontrarme con tantos "candados" testimonios del amor... las ciudades se transforman..., al lado del puente un señor tocaba el acordeón, mientras más adelante, un joven , en traje de baño y con 12 grados de temperatura, hacía piruetas con su patineta, seguí camino a la Isla Saint Louis y me provocó comprar un candado, pero el juramento es cuando están los dos juntos... y yo andaba solo paseándome por esas calles parisinas.
Será la próxima vez que viaje a París, de todas maneras ya tengo el candado.
Diario larense "El Impulso", Martes, 15 de Febrero de 2011.
Esteban Castillo.
Regularmente, cuando pasamos tres o cuatro días en una ciudad, decimos: yo conozco París, Londres o cualquiera otra gran urbe; pero las ciudades, aún viviendo en ellas siempre dan sorpresas, se modifican, cambian y se transforman y nunca se llegan a conocer en su totalidad.
Andaba de paseo, tratando de recordar mis pisadas; recorriendo los lugares que una vez fueron familiares para mí. Me paré frente a Notre Dame a observar esa gran arquitectura gótica del siglo XVI, viendo sus esculturas, sus formas fantasmagóricas, sus gárgolas, sus santos y tomando fotografías, quería guardar un documento de ese momento.
Seguí mi paseo y entré al jardín, al lado de Notre Dame. Cada turista, cámara en mano registraba su recorrido. Salí de allí y, al llegar al puente del Archiveché, me sorprendí de ver la baranda del puente llena de candados, algunos con cintas.
Esto no lo conocía ni existía cuando atravesaba este puente para llegarme a la Isla Saint Louis y seguir dirección a mi casa. Quedé sorprendido, y sin saberlo, me di cuenta que eran tratos de amor, juramentos de dos seres, estaban allí como testimonios de un gran amor.
Pregunté a algunas personas que estaban cerca; me explicaron que eran los enamorados que colocaban esos candados. Me llamó poderosamente la atención. Tomé fotografías y videos.
El humano, desde tiempos inmemoriales, ha querido dejar prueba de su gran amor en un momento determinado, algunos, han utilizado las cortezas de los árboles para dibujar un corazón con el nombre de la pareja, otros, se tatúan su piel con el nombre de la amada/o, en medio de un corazón. Siempre pensando que ese amor que lo acompaña será para toda la vida.
Traté de averiguar cómo comenzó esta historia de los candados. Pero primero hay que irse a Roma. Se inició hace años, a partir de una obra del escritor Federico Moccia. En una parte de esa novela una pareja se jura amor eterno y tiene la idea de irse al Puente Milvio y colocan un candado con sus nombres y lo sujetan al poste del puente y tiran la llave al río..., de repente, esta idea se propagó, llegaron parejas de novios y recién casados de diferentes lugares y comenzaron a colocar candados tirando la llave al río Tiber.
Esta idea es para algunos, cursi, para otros, un gran testimonio de un gran amor. Esta costumbre, se fue haciendo popular y las parejas viajaban de diferentes latitudes para colocar ese candado: su "Candado del amor".
Y, los candados comenzaron a aparecer en otras ciudades y paises: ahora, hay en España, Francia, Alemania, Hungría, Rusia y hasta en China y Seúl. En algunos lugares, donde hay rejas, en los despeñaderos, la llave es tirada al vacío. Lo importante es el juramento de amor. En algunos, llegan a ser tantos los candados que se piensa que el peso puede hacer caer el puente, en otras son multados por modificar el patrimonio cultural y arquitectónico. En algunos países, se han construído rejas, para que así los enamorados puedan poner sus candados del amor. En Italia, un farol se desplomó por el peso de los candados.
Esta manifestación de amor, este juramento de amarse por toda la vida, llegó a París -la ciudad del amor-, hace ya un tiempo, y los primeros candados aparecieron en el Puente de las Artes, y se fue atiborrando de testimonios de Amor.
Hay muchas anécdotas, de que se han visto algunas personas tratando de abrirlos después de un rompimiento de ese juramento y de ese amor. Y un día, al amanecer ya no estaba la mayor parte de los candados, habían desaparecido y nadie sabe quien los quitó del Puente de las Artes. ¡Un gran misterio!.
Pero hay otro lugar, en el puente más angosto de París, han aparecido más candados, de diferentes tamaños y formas, algunos con combinaciones, y con cintas de colores. Me pareció una idea nueva venida de otra tierra, pero las ideas como el amor no tienen fronteras. Allí están como testimonio de un momento, de gran pasión, de frenesí, de locura y promesas, de entrega a otro ser, de sueños y de proyectos, allí están las llaves oxidándose en el fondo del Sena o de otro río, o en el fondo de un barranco.
¿Cuántos amores habrán perdurado? cuántos quisieran ir a buscar la llave, al fondo del río, y tratar de abrir ese candado y olvidarse de ese juramento. Pero el amor, tiene un tiempo muy especial, es válido y decir: "Te quiero", "Te amo" y te voy a enamorar por toda la vida, es legítimo por la importancia del momento, puede perdurar o terminarse.
Los juramentos de amor, desde tiempos inmemoriales, han tenido sus formas, sus palabras y sus colores: el rojo es pasión, y, el corazón dibujado de forma esquemática con los dos nombres son manuscritos del amor. Ahora, muchas parejas de viaje de luna de miel, meten en sus maletas un candado, es más, yo aconsejo de llevarse varios, ya que si el viaje es por varias ciudades, pueden dejarlos colgados en un puente, farol o en una reja.
Hoy estos "Candados del amor" dividen a las personas, entre los que están a favor o en contra, unos lo consideran que estropean el patrimonio y que afean las ciudades, otros, que son manifestaciones de personas que se aman.
Seguí caminando, tratando de redescubrir la ciudad, en la cual hace años pasaba por este lugar y nunca pude imaginar encontrarme con tantos "candados" testimonios del amor... las ciudades se transforman..., al lado del puente un señor tocaba el acordeón, mientras más adelante, un joven , en traje de baño y con 12 grados de temperatura, hacía piruetas con su patineta, seguí camino a la Isla Saint Louis y me provocó comprar un candado, pero el juramento es cuando están los dos juntos... y yo andaba solo paseándome por esas calles parisinas.
Será la próxima vez que viaje a París, de todas maneras ya tengo el candado.
Diario larense "El Impulso", Martes, 15 de Febrero de 2011.
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